La hipertensión arterial aumenta un 63% el riesgo de padecer problemas cardíacos, circulatorios y hemorragias cerebrales respecto a una persona sana.   

¿Qué es la hipertensión arterial?

Entendemos por presión arterial la medida de la fuerza que tiene la sangre que fluye por las arterias de nuestro sistema circulatorio; es decir, si las arterias van muy a tope o, por el contrario, la sangre circula a niveles normales. Si las arterias van todo el tiempo muy hinchadas de sangre, tenemos hipertensión arterial y corremos serios peligros.

Para imaginarlos pensemos en una rueda de bicicleta: si la inflamos lo normal, podremos rodar con ella, pero si nos pasamos de meterle aire, corre el peligro de estallar. A las arterias les pasa lo mismo cuando existe hipertensión arterial.

¿Qué es lo que hace que una arteria tenga hipertensión?

El sistema circulatorio de una persona sana no tiene porque tener exceso de presión, ya que el corazón bombea con normalidad y las arterias son elásticas y pueden adaptarse bien a los cambios de presión, por ejemplo en momentos de alerta o cuando estamos haciendo un ejercicio intensivo; cuando el corazón nos va rápido y mete más presión al sistema.

Pero con la edad, y otras circunstancias, las arterias se vuelven más rígidas y responden mal a los cambios de presión. De esta manera se llega a la hipertensión arterial, que es cuando las arterias van muy forzadas.

La hipertensión arterial mide en dos apartados: exceso de presión arterial sistólica y el exceso de presión diastólica. La primera hace referencia a cuando el corazón se contrae y empuja la sangre para que circule por el circuito; la segunda a cuando el corazón se relaja y la sangre entra en su interior, desde donde será empujada de nuevo, como en una bomba hidráulica.

¿Como se mide la hipertensión arterial?

Hoy en día se puede medir con una cápsula que nos colocan en un dedo, pero tradicionalmente se medía con un brazalete que se hinchaba y luego se deshinchaba. Los valores normales de presión arterial son 120/80 mmHg, siendo 120 la presión sistólica y 80 la diastólica; si los superamos -por ejemplo 140/90 mmHg- padecemos hipertensión arterial.

La mejor manera de tener un diagnóstico seguro y saber que nuestra tensión arterial es correcta es mediante un pequeño aparato electrónico llamado Holter de Tensión Arterial que nos permite controlar durante 24 horas mientras realizamos nuestras actividades diarias, los valores de nuestra tensión y nuestra frecuencia cardíaca. Se trata de un brazalete que te colocan en el ambulatorio y llevas puesto durante un día normal mientras realizas tus tareas habituales, el aparato va almacenando y grabando los datos incluso durante el sueño.

10 estrategias para prevenir la hipertensión arterial


Como ya hemos dicho, la edad es uno de los factores de riesgo de padecer hipertensión arterial, porque las arterías pierden elasticidad y ante momentos de subidas de tensión -como ocurre cuando tenemos una emoción fuerte, un susto o muchos nervios- pueden romperse. La edad no la podemos evitar, pero hay muchos otros factores sobre los que sí podemos actuar:

1. El estrés es quizás el factor más difícil de combatir hoy día, pero conviene intentarlo, porque aporta mucha presión al sistema circulatorio. Buscar rutinas y ejercicios que nos hagan concentrarnos en otras cosas para romper con los asuntos que nos agobian es fundamental. Podemos probar el yoga, cocinar, la jardinería, ir al cine, etc.

2. Limitar el exceso de café, el té y otros excitantes a partir de cierta edad -a partir de los 40 años- es muy importante, porque contribuyen en sobremanera a la subida de la tensión arterial.

3. Evitar a toda costa las drogas estimulantes como las anfetaminas o la cocaína, que son las principales responsables de infartos y aneurismas entre la gente de menos de cincuenta años.

4.  Eliminar de nuestra rutina las bebidas azucaradas, pues además de contribuir a la obesidad, el azúcar dispara la tensión arterial.

5. Cuidar la dieta para no contribuir al colesterol malo en las arterias. Los depósitos de colesterol atascan el paso de la sangre y la hacen ir en algunos tramos con hipertensión arterial, al acumularse ante el atasco.

6. Hacer ejercicio moderado y acorde a nuestra edad es otra estrategia muy recomendable, pues además de eliminar calorías, azúcares y mantener el peso, forzamos a las arterias a expandirse y contraerse continuamente, con lo que se mantienen también ellas elásticas y en forma. De todos modos, si tenemos ya tendencia a la hipertensión arterial o problemas de corazón, nuestro ejercicio debe ser supervisado por un cardiólogo.

7. Moderar mucho la sal en las comidas, ya que es otro producto que contribuye en sobremanera a la hipertensión arterial al intervenir el sodio y el potasio en la contracción muscular del corazón.

8. Dejar de fumar, puesto que el tabaco, contra lo que se cree, nos pone muy nerviosos y dispara la presión arterial.

9. Moderar el alcohol por razones similares a las del tabaco; mejor dejar los alcoholes destilados y limitar el consumo de vino o cerveza a una copa al día, a lo sumo dos.

10. Tomar saunas ayuda también, pues dilatamos las arterias con el calor de modo que ayudamos a que no pierdan su elasticidad. Si luego las combinamos con duchas frías, impulsamos el sistema circulatorio, porque la sangre correrá para calentar las zonas que se han enfriado, y entrenamos las arterias. Si tenemos problemas de corazón, deberemos contar con la supervisión de nuestro médico.


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